Había
una vez una niña muy curiosa llamada América en la ciudad de Conil. En su
ciudad había una calle muy especial llamada Magia, no era especial por el
nombre de esa calle sino que era especial por lo que contenía una de esas casas
y lo que pasaba en un edificio viejo antiguamente un colegio.
El
alcalde de ese pueblo junto a más gente habían decidido derrumbar esa calle ya
que no estaba habitada, para construir un gigantesco centro comercial, con su
respectivo parking y con una vía de tren que lo uniera con los pueblos de los
alrededores y con el aeropuerto más
cercano para atraer al pueblo turistas y así él poder ganar más dinero. América
tenía unos amigos tan divertidos y curiosos
como ella, todos ellos formaban una pandilla fantástica. La verdad es
que América era muy guapa, tenía el pelo castaño claro, con ondulaciones y
largo con los ojos azules, grandes acompañados de unas pestañas largas y
preciosas. La verdad es que muy alta no era pero estaba tan flaca como un
palillo.
Un día
a América a la salida del instituto se le ocurrió pasar por esa calle para ver
otra vez las casas. Cuando pasó por allí vio que en una casa entraba una señora
mayor y se dejaba la puerta abierta, como era tan curiosa entró para verla. Cuando
entró no pudo ver nada ya que estaba todo oscuro, pero de repente de la nada
apareció la mujer mayor. La mujer mayor le dijo:
-
¿Por qué has entrado
aquí? Esta es una propiedad privada y tú no puedes entrar.
-
Buenas soy América. He
entrado porque soy muy curiosa, y me gustaría conocer los interiores de estas
casas porque creo que no es justo que las derrumben porque creo que son muy
bonitas y tienen su historia, aunque nadie las habite actualmente. A mi la
verdad es lo de la construcción del centro comercial no me parece una buena
idea, porque si lo construyen todo el comercio que hay por el pueblo morirá.
Encima esta ciudad se hará más ruidosa y peligrosa, y hoy por hoy está muy bien
tal y como está.
-
Bueno si muchacha yo
también comparto tu opinión pero tienes que salir preciso de esta casa, porque
no la puedes ver. –Dijo la mujer-.
-
¿Y eso...?
-
Esta casa esconde
secretos que nadie nunca tiene que saber.
-
Y, ¿cuáles son? Yo sé
guardar muy bien secretos de verdad por favor cuénteme esos secretos, por favor.
-
Lo siento hija, pero te
tendrás que aguantar tu curiosidad, salir de mi casa y no molestarme más.
Al
final América tuvo que salir de esa casa sin poder ver nada, ni averiguar
ningún secreto. Durante una semana estuvo acechando a la mujer pidiéndole
entrar y saber los secretos y durante esa semana la mujer naturalmente le dijo
que no. Hasta que un día la mujer harta de la niña le dijo:
-
Como veo que nunca te
vas a cansar te dejaré entrar y te contaré la historia de esta casa y de la
calle.
Las dos
entraron a la casa. La mujer antes de encender la luz cerró la puerta y la
aseguró cerrándola con llave. América todo eso lo veía raro, porque no entendía
porque la mujer se aseguraba tanto de que nadie viera lo que había en el
interior de esa casa. La mujer por fin encendió la luz y a América se quedó
decepcionada por lo que veía. Solo habían grandes paredes de color gris y toda
la casa tenía un aspecto muy triste. Era como si en muchos años nadie se
hubiera hecho cargo de la casa. Pero antes de que América pudiese preguntar
nada o si quiera hablar, la mujer le dijo:
-
Como ya habrás podido
contemplar esta casa no tiene nada especial que puedas ver. Pero como toda casa
y objeto, tiene una bonita historia y como veo que estás interesada por esta
casa y calle te la voy a contar. Pero para contarte la historia de esta casa
también te tengo que contar la historia de la niña que forma parte de ella.–Continuaba
hablando, mientras América intentaba contener sus ansias por saber las historia
de la niña y la casa- Esto era hace muchos, muchísimos años en este mismo había
una niña llamada Casandra. No vivía en este pueblo sino que vivía en un
pueblecito muy pequeño, que actualmente no existe llamado Carcassonne. Como
aquel pueblo era tan pequeño la niña tenía que venir a este pueblo al colegio.
El colegio de este pueblo era el edificio ese abandonado que hay allí, que no
quedan muchos restos de él ya que hubo un incendio y todo se quemó.
-
Em. sí creo que sé de
cual me estás hablando. ¿Pero ese edificio como iba a ser un colegio si no
tiene ni una aula, ni ningún resto de sillas…? –Preguntó extrañada Casandra-.
-
Bueno es que la verdad
es que ese colegio no era un colegio como los de ahora. Ahora estudiáis
muchísimo y de una forma que os aburre en seguida. Pero este pueblo en concreto
tenía un colegio muy especial. En ese colegio no hacíamos exámenes, ni tampoco
estudiábamos, ni hacíamos la mayoría de cosas que hacéis hoy en clase. En ese
colegio para sobrevivir debíamos pasar duras pruebas, desafíos… Nuestro colegio
era un colegio que tenía como atracciones basadas en un parque de atracciones
de agua, interiores y exteriores y créeme cuando te digo que las pruebas eran
muy duras. La verdad es que combinában pruebas de agua con pruebas académicas y
aunque parece fácil, no lo era. Tenían
piscinas, no de mucha profundidad con obstáculos de por medio que tenían que esquivar
porque si no perdían puntuación, que la puntuación se veía cada semana. Quien
estuviera entre los diez últimos recibía castigos no imaginables. Pero bueno tú
no has venido a oír todo el rollo de lo que pasaba en el colegio, así que no me
entretengo más y empiezo ya con la historia de Casandra y esta casa. Como ya te
había dicho Casandra vivía en un pueblo cerca de éste pero sus padres y ella
estaban mirando casas donde poder mudarse en este pueblo. En el colegio donde
Casandra iba había una profesora llamada
Minerva que tenía una casa en esta calle y quería venderla, como se
había enterado de que la familia de Casandra estaba buscando una casa donde
vivir le dijo a Casandra que si querían ese mismo viernes de esa semana les
podría enseñar la casa y hablar del precio, ese viernes a la una y media. Como
Casandra debía de ver también la casa, tuvo que cometer una infracción y
saltarse una de las pruebas para poder salir de allí antes y llegar a la hora
de la cita. Cuando faltaban unos diez minutos sus amigas la ayudaron a salir sin
que nadie se diera cuenta. Se fue corriendo hacia la casa, antes de que nadie
la pudiera ver. Cuando llegó a la casa Minerva la estaba esperando en la casa y
le preguntó: “¿le has dicho a tus padres que hoy iba a enseñaros la casa?”.
Casandra se dio cuenta de que sus padres no estaban allí porque no les había
dicho que ese día tenían que ir junto a ella a ver la casa que Minerva les iba
a enseñar. Entonces le dijo: “lo siento pero es que se me ha olvidado decirles
a mis padres que tenían que venir junto
a mí a ver la casa. Pero si quieres me la puedes enseñar a mi”. Minerva dijo
que no pasaba nada que ya se la enseñaría otro día a sus padres. A Casandra la
verdad es que la casa por fuera ni le disgustó ni le encantó, era una casa normal
y grande. Por fuera la casa era de color verde hierba, con tres plantas y tres
grandes ventanales en cada una. En una cuarta planta considerada más como a
guardilla de decoración habían una especie de tuercas gigantes que estaban todo
el tiempo en movimiento. La verdad es que todas las casas de esa calle eran
igual por fuera, pero la verdad es que esa casa en especial tenía algo inusual
en su interior que nunca nadie ni nada se hubiera podido imaginar.
Cuando entraron Casandra
no vio nada porque todo estaba oscuro. Minerva antes de encender la luz le
dijo: “esta casa es especial, nada de lo que ni tu ni nadie podríais imaginar.
Por lo tanto, cuando salgas de aquí no podrás decir nada de lo que has visto a
nadie porque si no te tratarán como a una loca. Así que tú decides lo que
quieres hacer si crees que no vas a aguantarte de poder decir la verdad, más
vale la pena que no veas lo que vas a presenciar a continuación y si crees que
no se lo dirás a nadie pues te puedo enseñar la casa”. Casandra le dijo: “le
juro que me puede enseñar la casa que no le diré a nadie lo que vea aquí dentro”.
Cuando Minerva oyó eso suspiró y le dijo está bien, y de repente se encendieron
todas las luces. A Casandra se le iluminaron los ojos al ver todo eso. No podía
creerse lo que veía habían pequeños ositos de peluche vivos por la casa. Eran
pequeños y cada uno de colores distintos, tenían una cara muy dulce. La casa
era aún más grande de lo que se veía por fuera. Era de muchos colores y parecía
que estuviera hecha de golosinas y de todo tipo de dulces. No tenía escaleras
para pasar de planta a planta el único medio que permitía pasar de planta a
planta era un tren de chocolate que iba a grandes velocidades tanto para subir
como para bajar de planta. Esa casa aparte de tener seres fantásticos, también
tenía una cosa muy especial en una parte secreta de esa casa había una gran
fábrica de juguetes para niños es por eso que también en gran parte de la
decoración de la casa habían muchísimos juguetes de plástico, de madera…
Casandra y Minerva vieron toda la casa: la cocina que tenía fuentes de zumos de
diferentes sabores, hornos que fabricaban golosinas, dulces… (comida saludable
también); habían prados hechos de césped de regaliz, manzanas de azúcar, flores
de fondant, nubes de algodón de azúcar, incluso ríos de chocolate. En aquella
casa se podía crear cualquier paisaje comestible que el propietario quisiera,
además de que siempre el propietario podría tener con quien jugar ya que igual
que habían ositos de peluche vivientes, en la fábrica de juguetes se podía
crear cualquier cosa que alguien imaginara igual que personas. Aquella fábrica
era mágica porque creaba cualquier cosa tanto un paisaje de golosinas como una
persona de carne y hueso. Aquella fábrica se llamaba la fábrica de los sueños. Cuando Minerva le enseñó toda la casa,
Casandra le dijo: “Yo tengo una pregunta si no puedo contarle esto a nadie, ¿a
mis padres que les tengo que decir?” Minerva le hizo un gesto como para que se
sentara y se sentaron las dos, y le dijo: “la verdad es que al haber accedido a
ver esta casa no puedes salir de ella, recordando todo lo que has visto en esta
casa. Antes de que preguntes, como esta fábrica fabrica de todo hay un aparato
que tiene la capacidad de borrar la memoria a las personas. Si tu quieres
acordarte para siempre de lo que has visto deberás de permanecer para toda la
vida en esta casa, sin tus padres sola reinando este mundo de golosinas y
juguetes. La verdad es que tú has tenido la opción de entrar en esta casa
porque has sido la elegida. La elegida es la persona que en su destino esta
puesto que tiene que reinar el mundo del la fábrica de los sueños y eso pasa
cuando la mujer que reinaba se pone enferma o mayor y ya no tiene la capacidad
de poder reinar este mundo. Y no ha sido una casualidad que yo fuera tu maestra
si no que yo era la elegida pero como estoy enferma he tenido que buscar a la
elegida, y esa has sido tú. Te dejo un tiempo para que te lo pienses y tomes la
decisión que tomes no te juzgaré.” Al cabo de unos minutos dijo “¿Antes de
tomar una decisión me gustaría saber que va a pasar con mis padres? ¿Y yo que
tendré que hacer para gobernar este reinado?” Minerva le contestó: “Tranquila
no te agobies antes de hora. Con respecto a ti y a tus padres se les enviará
una niña con tu imagen creada y diseñada desde esta misma fábrica y no se darán
ni cuenta de tu ausencia porque será igual que tú. Y después con respecto al
reinado, el oso grande te lo explicará todo y seguro que lo harás genial.
Finalmente, Casandra decidió quedarse y la verdad es que durante muchos años
vivió una vida muy buena gobernando todo ese reinado. Ese reinado no solo
consistía en la casa de en la que habitó y conoció primero, si no que el
reinado estaba formada por todas las casas de la calle Magia. Conectadas
mediante túneles subterráneos y puertas que formaban el reinado. Y esta es la
historia de esta casa y esta calle.
-
¿Pero al final que pasó
con Casandra y con Minerva?
-
La verdad es que Minerva
desapareció al Casandra ser coronada reina. Y sobre Casandra…
-
¡Qué, qué le pasó! No le
pasaría nada malo ¿no?
-
Bueno yo no me he
presentado. Me llamo Casandra y soy la reina de este reinado. Y como un día le
dijo Minerva a Casandra tu eres la elegida y si quieres puedes reinar este
mundo.
-
¿Lo dices de verdad?
-
Sí, con las mismas
condiciones que Minerva me impuso un día.
América al final tomó una decisión y esa fue la misma que tomó un día
Casandra. Fue quedarse a reinar ese reino. En el mismo momento en que dijo que
sí la casa y todas las demás empezaron a cambiar de aspecto y volviendo al aspecto de antes. La fábrica
empezó a funcionar y toda la casa volvió a tener color. Casandra antes de
desaparecer le dijo:
-
Por cierto con respecto
a lo del alcalde y lo de la demolición, eso es todo falso. Hicimos un montaje
para atraerte aquí y que pudiera contarte que tu eres la elegida. Y una vez más
la historia se volvió a repetir.