dilluns, 11 de juny del 2012

Un mundo diferente



Un día como otro cualquiera, un niño judío llamado Adelmo Amsel de catorce años se dirigía al comercio de sus padres como todas las tardes, su padre se llamaba Edwin Amsel y su madre se llamaba Alicia Bauer, eran judíos y vivían en Heidelberg.
Al cabo de una hora, llegó al comercio de sus padres y contempló en los cristales de la imprenta unos signos del nazismo y un hombre de 2 metros, el niño entró en un estado de inseguridad y de terror, se dirigió hacia la puerta y entró, observó que su padre y su madre tenían miedo, pero intentaron fingir que estaban bien, su padre comenzó hablarle:

-Edwin: Hijo, ahora en adelante debes ser un chico fuerte, las cosas se van a complicar, lo que has visto en los cristales eso es el comienzo de algo terrorífico que vamos a vivir.
-Adelmo: Padre, no tengo ni idea de qué me estás hablando, estoy confuso no entiendo lo que me quieres decir.
-Edwin: lo que debes de hacer ahora mismo es darte cuenta de la realidad, si observas mi brazo derecho tengo una etiqueta, esta etiqueta significa que soy judío.
-Adelmo: ¿Y qué pasa si eres judío?
-Edwin: Si somos judíos, es un problema nos ven como seres inferiores, ahora mismo observa ese hombre de dos metros no deja entrar a nadie a nuestra imprenta y si no deja entrar a los clientes, no podemos vender y si no podemos vender, estamos perdidos.
-Adelmo: ¿No puedes hacer nada?.
-Edwin: No hijo, no puedo hacer nada.
-Alicia: Hijo, tu padre tiene razón, ahora mismo debes irte de Alemania, tienes que irte fuera de aquí y estarás seguro.
-Adelmo: Yo no quiero irme.
-Edwin: Si quieres vivir, debes de hacerlo, nosotros te apoyaremos y ocultaremos tu identidad.

Al cabo de treinta minutos, se abrió la puerta y entraron tres hombres, que miden alrededor de dos metros, ojos azules, rubios y llevan en su mano derecha una porra.
Edwin, Aicidia y Adelmo, empiezan a correr para esconderse, pero estos tres hombres les cogieron a la fuerza, les arrastraron, les golpearon un par de veces, les dejó inconsciente y los llevaron hacia un coche que estaba aparcado en la calle.

Al día siguiente, se encontraron en un tren lleno de personas, que llevaban las etiquetas que ponían para identificar que era judío, ninguno sabía dónde se dirigía, solo sabían que estaban encerrados y no podían salir de allí.

Al anochecer, se paró el tren y se abrieron las puertas de los vagones, empezaron a bajar todos, Adelmo estaba desconcertado y confuso, no sabía por qué estaba allí con su familia y esas personas que también eran judías.

Unos militares, empezaron a dividir a las personas, donde se tenían que dirigir cada uno. Por suerte a Adelmo lo dejaron estar con la presencia de sus padres por el tema de la edad.

Conforme entró dentro, observó que estaba amurallado, habían torres de vigilancia, había un gran precipicio, muchos soldados vigilando y se dio cuenta que era una campo de concentración, el campo estaba en un sitio frío, apartado de la ciudad y te transmitía mucha crueldad.

Los nazis les llevaron donde se tenía que asentar, conforme entró pudo contemplar a muchas personas que estaban muy delgadas, calvos y sin fuerzas ni para mantenerse de pie. Hacía mucha olor, una olor a podrido como si se estuviese descomponiéndose un cuerpo, él se dio cuenta que dormían todos juntos, no había casi sitio para poder descansar bien, ya que las camas eran de madera y allí dentro hacía mucho frío. Adelmo, su padre y su madre, tenían mucho miedo, ya que era de noche y se oían chillidos de sufrimiento. Comenzaron a descansar en la misma cama los tres y notaron como el frío se iba apoderando de su cuerpo.

Al día siguiente, les levantaron, apenas durmieron cinco horas, les obligaron a ponerse una túnica y a trabajar.

Trabajaron más de doce horas y les dieron de comer, una sopa y un trozo de pan. Adelmo ya entendía que las personas estuviesen tan delgadas, si les explotaban a trabajar y encima comían muy poco.

Al acabar de comer, otra vez se tuvieron que ir a trabajar en aquel barranco, sacando las piedras y transportándola arriba del todo, tenían que subir alrededor de cien escalones y cargados de piedras, que pesarían alrededor de diez kilos cada una.

Al anochecer, volvieron a su habitación y no tenían sitio para dormir, tuvieron que dormir en el suelo.

Cada día era igual como el primero, cada vez más personas entraban en esos campos y a la vez desaparecían, nadie sabía o nadie intentaba saber lo que de verdad estaba ocurriendo con las personas que desaparecían.

Al cabo de cinco años, cuando Adelmo tenía diecinueve años, estaba desnutrido, muy delgado, a penas tenía fuerza. En esos cinco años contempló cosas que no se podía imaginar de aquel lugar, vio personas como se suicidaban para no vivir en esas condiciones, pudo sentir como mataban a las personas siendo fusiladas en masa y cuando entraban a la enfermería, si se le podía llamar así, todo el mundo escuchaba los gritos de dolor que desprendía de ese lugar.

Adelmo y sus padres, comenzaron a trabajar, como otro día cualquiera, sus padres sin fuerzas ya no podían aguantar el ritmo, tuvieron que parar y descansar durante una hora, un soldado se dio cuenta de lo que estaban haciendo y les empezó azotar con un látigo, hasta que cogiesen esas piedras que habían dejado en el suelo. Sus padres volvieron otra vez a trabajar y se le volvieron a caer de la poca fuerza que tenían y el soldado les volvió a ver y les castigó.

Les cogió y les envió con más personas a una sala, diferente, donde habían cientos de personas, eran personas mayores alrededor de treinta años que ya no podían trabajar de las malas condiciones. La sala donde estaban era como si fuesen duchas. De repente cerraron la puerta y al cabo de diez minutos, se dieron cuenta que cada vez el oxigeno se iba agotando, empezaron a respirar mal, comenzaron a fallecer uno tras de otro, se estaban asfixiando, hasta que no quedó ninguno, de cien que eran nadie sobrevivió.

Adelmo se preguntaba dónde estaban sus padres ya que no tenía ni idea de donde estaban sus padres.
Adelmo se encontraba en un estado de angustia, de miedo y de desconfianza. Se preguntaba, ¿Qué había hecho él mal para estar en ese campo de concentración? Pero no sabía responder a esa pregunta, estando solo sin nadie, se dirigió a un hombre y le preguntó, qué si sabía algo sobre la desaparición de tantas personas, el hombre con temor de contestarle, le dijo que algo sí que sabía, no sabía que les sucedía pero si que sabía la conclusión de cada persona y Edwin le dijo que quería saber esa conclusión y el hombre le contestó que los nazis les mataban en unas cámaras que nadie sabía qué había ahí dentro. Adelmo se quedó sin palabras, sin saber qué contestar y se fue de donde estaba ese hombre. Se dirigió a la habitación a descansar ya que era de noche.

Cada noche pensaba en su familia, cada vez que recordaba a su familia le hacía fuerte, le hacia ganas de luchar y de salir de aquel mundo.

Seis meses después, Edwin se recuperó de aquella noticia que recibió. Él sabía que pronto iba a morir como iba a morir cualquiera que estuviese allí.

Trabajando como otro día normal, cada vez más duro y menos aguante, escuchó a unos soldados que decían de implantar la solución final y exterminar a todos los judíos que pertenecían a ese campo de concentración.

Al escuchar lo que dijeron los soldados; ya tenía claro que no iba a durar más de una semana.

Los nazis empezaron a torturar a todas las personas que estaban ahí, cada día les tocaba a una habitación, por suerte la habitación de Adelmo era la última.

Todo el mundo tenía miedo y muchos se suicidaban, a otros les tiraban por el barranco, a varios les cortaban la cabeza, a mucha gente les fusilaban, pero la muerte más utilizada es la de las cámaras de gas, donde morían miles de personas.

Bajaban judíos de los trenes y los mataban directamente, así durante una semana, Adelmo sobrevivió escondiéndose en una casa que estaba abandonada, pero por su mala nutrición, cayó inconsciente al suelo.

Unos soldados vieron un cuerpo en el suelo en una casa que estaba abandonada, se acercaron para ver si estaba con vida, se dieron cuenta de que estaba inconsciente lo cogieron y lo llevaron al general, en su brazo ponía que era el número 6000.

El general era un hombre, fuerte, luchador, pecador y estaba en contra de los judíos.
Decidió que le fusilaran al día siguiente.

Al día siguiente, levantaron a los últimos judíos que quedaban en ese campo de concentración para fusilarlos.

Adelmo se despertó y le enviaron con los otros judíos para ser fusilado.

Cuando se agrupó con los otros judíos, algunos judíos comenzaron a cantar, otros a rezar y otros a soñar. Los judíos hacían todo esto para ser felices si se le puede llamar felicidad antes de que llegara su hora.

Les pusieron de espaldas a todos los judíos, comenzaron a cargar los fusibles, cada soldado apuntó a su judío, esperaban la orden del general para abrir fuego. El general preparado para decir fuego, de repente cayó desde el cielo una bomba a quinientos metros de donde estaban, esa bomba destruyó las habitaciones de los judíos, comenzaron a venir soldados que pertenecían de unión soviética les rodearon les obligaron que dejaran las armas en el suelo, si no querían morir, los soldados por temor a su vida dejaron las armas en el suelo. Rescataron a los judíos, les llevaron donde tenían ellos la base para nutrirles.

Los soldados de ese campo de concentración les encarcelaron en prisiones de la unión soviética.

Al cabo de cinco horas, los judíos sobrevivientes comieron y se nutrieron. Explicaron detalla mente lo que les hacían y lo que le obligaban hacer los nazis.

Nadie sabía lo que realmente sucedía en esos campos de concentración, el mundo se informó de esta noticia, lo que los alemanes eran capaces de hacer por una raza que creen ellos que son inferiores.
Adelmo, en ese campo de concentración llamado el número seis mil, se le quedó para toda la vida lo que sufrió allí, como vio morir a muchísima gente por ser judíos, se le quedó imágenes que nadie se las puede quitar y nadie le puede quitar esos seis años vividos allí. Le costó mucho curarse psicológicamente, ya que estaba hundido en la miseria.

Adelmo, acabó en Polonia ayudando a reconstruir el país de la destrucción y del caos.

Se enteró en el periódico que en todos lo campos de concentración y de exterminio, murieron alrededor de seis millones de judíos, al enterarse de esta noticia se sintió agradecido, por haber sobrevivido en ese mundo terrorífico.

Adelmo no sabía apenas por no decir que no sabía escribir, no sabía leer. Por vivir tanto sufrimiento le dieron clases gratuitamente le ayudaron en el mundo laboral, encontró a los siete años de formarse un trabajo, un pequeño negocio como el de su padre. Recaudó mucho dinero ya que su sueño era tener un negocio propio como el de su padre, quería seguir el ejemplo de su padre, lo que le enseño de pequeño. Como debía de actuar a situaciones incómodas, indecisas, confusas, le enseño lo que debía elegir en cada momento.

Al recaudar el dinero suficiente, abrió un negocio llamado Amsel, en conmemoración a su padre y a su madre por haberle ayudado tanto.

Al abrir el negocio le fue bastante bien, y ya pudo saborear en su cuerpo lo que de verdad era la felicidad. Conoció a una chica hermosa, alta, con ojos azules, la cara la tenía redondita, las cejas subidas, tenía una gran melena rubia, las orejas pequeñas y los parpados grandes como sus ojos.

Recordó todo lo que le pasó en ese mundo de crueldad, pero con lo que sé quedó de toda su vida, fue conocer a esa bellísima chica.

Raúl Cerdá