dilluns, 13 de juny del 2011

El vacío

 El atardecer que estaba observando desde su ventana era precioso. La silueta rojiza del sol entre las nubes bañaba de color todo el parque que tenía enfrente de su casa. Los árboles de hoja caduca se estaban despidiendo de sus grandes copas llenas de vida, para dar paso a simples ramas desnudas que parece que busquen consolación unas de otras.
   A medida que pasaban las horas, su pequeña habitación entraba en más penumbra. Pero Darío ni se inmutaba, desde hace ya un  tiempo que no le encuentra interés a absolutamente nada. No le encuentra motivo a nada. Nada es importante para el. 
   Cuando se dispuso a encender un cigarrillo y sentarse en su butaca de cuero a fumar y leer un libro, sonó la puerta. Estuvo un instante pensando si debía de abrirla, ya que era su día libre y no esperaba a nadie.   Luego refunfuñó por lo bajo y se acercó a la puerta, miró por la mirilla y no vio a nadie, entonces preguntó “¿Quien es?”, nadie respondió. Volvió a preguntar y tampoco obtuvo respuesta. Pensó que era un tomadura de pelo y decidió volver al sillón. En ese momento oyó una voz suave y elegante, que no sabía reconocer muy bien si era femenina o masculina. Esa tenue voz solo pronunció una palabra: 
- El vacío- .Inmediatamente se acercó a la puerta  miró por la mirilla, no vio a nadie. Pensó que era obra de su imaginación y decidió volver de una vez al sillón. - ¿ Por qué te escapas de mí?- Preguntó la voz. De inmediato volvió a la puerta y preguntó otra vez quien era y ya con un tono de voz malhumorado por que pensaba que era alguien que intentaba estropearle el día. -Sabes que siempre voy a estar allí, por mucho que intentes esquivarme-. Darío no se lo podía creer. ¿Con quien  le estaba hablando?
Le dijo que o se largaba o llamaría a la policía, pero este le decía que no serviría de nada. Y era verdad no tenía pruebas evidentes de que allí hubiera alguien. Entonces pensó que era una voz en su cabeza la que le estaba hablando. Una voz irreal, tal vez las sesiones con el psicólogo lo único que hicieron era perjudicarle más, y ha hecho que pasara de un simple deprimido a un esquizofrénico. Comenzó a gritarle-¡vete de aquí! ¡Solo eres una voz en mi cabeza. No eres real! 
-¿Y qué es lo real?- Le preguntó la voz. Realmente como podemos saber si lo que ven nuestros ojos, lo que oímos, vemos, olemos y tocamos es lo real. 
En ese momento Darío se quedó pensando, y se dio cuenta de que esa extraña voz tenía razón. Pero aun así su mente escéptica le impedía aceptarlo del todo.
Comenzaron a entrarle pensamientos que intentaba olvidar, como que su mujer ya no estaba con él. Como llegaba después de un estresante día de trabajo esperando que estuviera la cena hecha y su mujer con buen humor, pero con pocas ganas de hablar, porque sinceramente él, nunca estaba de ánimos . 
Pero lo que se encontró fue nada, a excepción de una nota que decía que lo suyo no tenía ningún sentido, y ya estaba harta de aguantarle a él y a una relación sin rumbo. Su confusión fue tal, que nunca llegó a aceptarlo, desde entonces que sigue esperándola junto a la ventana como si nunca nada hubiera sucedido.
A partir de allí, empezó a pensar que su soledad era real, que ella nunca volverá.
   
 Y es que Darío nunca sabia si lo que estaba haciendo era lo que realmente debería de hacer. Siempre sentía una enorme inseguridad en si. Eso hacía que creyera ver como los demás avanzaban más que el. Desde que era pequeño, en el colegio, notaba que era diferente a los demás. Intentaba siempre aparentar lo que no era con tal de no destacar, ser como todos los demás para no perder la ansiada compañía de sus amigos y compañeros. Se preguntaba por que no le salía de manera natural ser como los demás, si se criaba en el mismo ambiente y sus padres no se diferenciaban tanto del resto de los que conocía. También pensaba que sinceramente todos eran como él en el fondo, pero no se atrevían a sacarlo a la luz. Claro que esos pensamientos pasaban atrás cuando iba al colegio y  tenía que sentarse al lado de sus compañeros, salir al recreo, jugar, discutir, pelearse, perdonarse, volver con moratones y a la espera  de la bronca de sus padres por portarse mal, ser un niño  rebelde, como le llamaban ellos.  
   
  En ese momento sonó la voz de la puerta, que le dijo que la inseguridad en si mismo fué la causante de que se casara con una mujer que realmente no amaba, que tuviera un trabajo que no le gustaba y que no acepte la realidad.
   
  Darío se hartó de todo lo que estaba escuchando, y salió corriendo de su casa, estuvo andando durante horas, recapitulando todo lo que escucho de esa voz extraña y todo lo que pensó en ese momento, y lo aceptó. Sabía que no podía seguir teniendo miedo a la soledad, puesto que todos estamos solos  a pesar de estar casados o tener mucha familia y amigos. Y esa no es razón por la cual debamos de intentar disimularlo, hay que convivir con ello por que al fin y al cabo, nacemos y morimos solos. Con esa conclusión, cambió su cosmovisión  de la vida, y entonces, como una ráfaga de luz, le entro esa alegría y optimismo que hacía ya mucho tiempo que no visitaba su corazón. Cuando llegó a casa, sabía que esa voz ya no le hablaría más, dado que , ya había aprendido la lección. En ese momento, alguien de detrás de la puerta le dijo:
  • Muy bien, ¿ya te has dado cuenta de tu error?
   Darío se quedó atónito -¿cómo es posible ?-pensó. “El vacío siempre estará en tí.” Esas fueros las últimas palabras que sonaron tras la puerta.

Mariya Chumak
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