dimarts, 7 de juny del 2011

LA LLAMADA

James Hoffman había recibido una importantísima llamada al teléfono de su despacho y debía ocuparse del asunto cuanto más rápido mejor. El hombre que había llamado no podía haber sido más claro: ven en seguida a verme, es un asunto de urgencia máxima.
El oscuro cielo estaba raso, sin ninguna nube que amenazara el buen tiempo que había estado haciendo durante la semana.
Por fin llego al sitio indicado, West 11th Street. La casa era de color rojo pálido, con una pequeña escalerita que conducía hasta la puerta de entrada y a su alrededor habían un par de macetas con unos frondosos arbustos. James llamo al timbre y espero a que abrieran la negra puerta. Ésta se abrió, y ante James apareció un hombre mayor, de unos sesenta años, con el poco pelo que aún conservaba en la cabeza de color blanco, y con unas gafas que se apoyaban en su curvada nariz. Tenía unas orejas algo grandes y su boca, con unos gruesos labios, sonreía. Su cara, surcada por decenas de arrugas, emanaba una sensación de paz y tranquilidad.Apoyaba su peso en un bastón de color azabache.
-¡James!-exclamó- hace casi dos años que no te veía.
Los dos hombres se fundieron en un gran abrazo.
-¡Arthur Strafford!-exclamó James con alegría-Cuanto tiempo, ¿Dónde has estado? ¡Desde 1940 que no te veía!
-Viajando, ya sabes, para la facultad. Bueno, tenemos cosas muy importantes de las que hablar.Pasa, pasa.
James entró a la casa que despedía un fuerte aroma a madera de pino. El fuego crepitaba en el comedor dando una gran calidez al ambiente.
Antes de sentarse en un sillón de color rojo con ricos adornos, Arthur destapó una botella de whisky y vertió un poco del contenido de la botella en dos copas. El embriagador aroma del licor inundó la estancia fundiéndose con el fuerte olor de la madera.
-Supongo que no conocerás la leyenda de la sagrada mascara de Quetzalcóatl-comenzó Arthur.
-Me suena vagamente, ya sabes que estos temas no son lo mío-dijo antes de dar un trago a la copa.
-Bueno, pues en la mitología azteca, Quetzalcóatl era el dios creador del universo y además el dios del aire. Pues bien, según la leyenda Quetzalcóatl tenía una máscara con la cual podía controlar los aires…Pues la leyenda es real y la máscara existe. Ésta ha sido custodiada durante siglos por cientos de personas y ha pasado por innumerables lugares. La cuestión es que he recibido un soplo de que el gobierno mexicano anda tras la máscara del dios azteca. Imagínate el poder que supondría poder controlar los vientos.
-¿Y qué pintas tú en todo esto?
-Se me ha encargado la creación de un equipo que encuentre la máscara y la lleve a Inglaterra.
-¿Y quién va a pagar todo esto? ¿Quién lo ha organizado?
- Los gobiernos estadounidense y británico se han puesto de acuerdo para financiar la misión pero no pueden interponerse abiertamente ya que podrían encender la mecha de algún conflicto internacional.
- ¿Y qué tendría que hacer yo?
-Como buen ladrón que eres tu misión sería conseguir la máscara de donde se encontrara.
El equipo es de lo mejor que hay actualmente, mañana los conocerás porque… aceptas, ¿no?
-Tendría que pensarlo pero dadas las circunstancias y la falta de tiempo para reflexionarlodetenidamente, creo que acepto.
-Eres consciente de que tu vida correrá peligro en todo momento ¿no?
-Sí, pero no puedo perder la oportunidad de participar en uno de los robos más importantes de la historia.

PEKIN

James y Arthur llegaban a toda prisa a East 29th Street, donde habían organizado una cita con el resto del equipo en una cafetería de la zona.
Entraron en la cafetería y se acercaron a una mesa ocupada por tres personas.
-Bienvenidos-saludó el hombre que estaba sentado al lado del cristal.
James y Arthur estrecharon la mano a todos los presentes.
Arthur fue presentado a los integrantes del grupo, que eran todos extranjeros menos James y Claire, la única mujer que había en la expedición.
Los demás provenían de diferentes partes del mundo: Giovanni Di Ángelo, de unos 28 años, nacido en Italia, pero vivía en Estados Unidos. Era un hombre muy atractivo yllevaba una barba de tres días y se notaba que su pelo castaño había sido peinado cuidadosamente. A su lado se encontraba un hombre moreno, con algunos rasgos africanos. Su oscuro pelo contrastaba con sus ojo azules. Su nombre era Karim y venia de Francia aunque James suponía que era de ascendencia africana.
Situada al lado opuesto de la mesa estaba Claire, una bella arqueóloga experta en historia precolombina.
-Arthur, ¿no falta un miembro del grupo?-preguntó James.
-Hao no ha podido venir por asuntos personales y hemos acordado que el grupo vaya a China. Ha sido una idea muy meditada ya que el gobierno mexicano no va a dejar que nos hagamos con la máscara y ya estará buscando un grupo de seis personas de diferentes nacionalidades. Viajaremos a Pekín, nos reuniremos con Hao allí y planearemos la misión en un piso franco que hemos adquirido.
El viaje a China fue largo y agotador y cuando llegaron allí tuvieron que ir a toda prisa en un taxi ya que el año nuevo chino estaba a punto de concluir con el festival de los faroles.
Cuando dejaron los equipajes en el piso salieron a la calle para mezclare con la multitud. El ambiente que se respiraba en las calles era increíble. Los farolillos rojos que colgaban de todas partes iluminaban la noche y decenas de dragones de papel recorrían las calles bailando entre la gente. Los fuegos artificiales ponían el colofón final al espectáculo. Los integrantes del grupo quedaron maravillados ante tal espectáculo y mientras iban al club donde habían quedado con Hao admiraban la belleza de Pekín en su noche más importante del año.
Cuando llegaron al club Hao los estaba esperando a la entrada. Era un hombre alto con una perfecta raya en el pelo y vestía un traje muy elegante. Nada más ver a Arthur, se abrazaron y seguidamente saludó al resto de los integrantes del grupo.
Entraron en el club y se sentaron en una mesa algo alejada de la entrada. El camarero les sirvió unas bebidas y Arthur comenzó a explicar el principio de la misión:
-Bueno, como todos sabéis, nuestra misión es conseguir la máscara sagrada del dios Quetzalcóatl. El gobierno mexicano no va a dejar que nos hagamos con ella ya que sostiene que la máscara pertenece a su país porque que los aztecas vivían en esa zona. Ninguna nación debe poseer la máscara ya que eso supondría obtener un poder inimaginable. No se sabe con certeza dónde se encuentra la máscara debido a que ha pasado por lugares de todo el planeta. Bueno, Claire sabe más que yo de esto así que le cedo la palabra.
-Vamos a ver, según diferentes escritos, historias y diferentes crónicas se dice que la ubicación de la máscara se puede descifrar con unas coordenadas obtenidas en diferentes lugares del planeta. El primer lugar parece ser que es la Basílica de San Marcos en Venecia. Aprovecharemos los Carnavales para poder camuflarnos entre la multitud, ya que según nuestras fuentes, el gobierno mexicano también sabe de la ubicación de la primera coordenada y además nos estará buscando. Los carnavales empiezan dentro de tres días así que tenemos dos días para preparar la misión y uno para viajar a Venecia, instalarnos y demás.
-Pero a ver, los carnavales ya no se celebran desde hace casi doscientos años ¿no?
- Eso es verdad pero la plaza de San Marcos siempre se llena de gente que sigue con la tradición aunque no sea de forma oficial.
-Pero la Basílica es inmensa-dijo Karim-¿hay algún lugar concreto en el que tengamos que buscar?
-Desgraciadamente no, tendremos que buscar hasta que la encontremos.

CARNAVAL

El viaje a Venecia fue algo más movido que el anterior ya que las turbulencias acompañaron al grupo en casi todo el trayecto y la avioneta en la que volaban se zarandeaba cada vez que el viento la golpeaba. Aterrizaron en una pequeña pista y se dirigieron a Venecia tras recoger los equipajes.
Se alojaron en un hotel cerca de la plaza de San Marcos y durmieron un poco hasta que Arthur los despertó cuando empezaba a oscurecer.
-Tenemos que ponernos los disfraces-dijo Arthur.
Sacaron unos trajes que el gobierno les había conseguido con anterioridad, se pusieron ropa de color negro, y los disfraces encima. Éstos eran espectaculares, y cada uno tenía decenas de colores diferentes.
Arthur sacó un paquete de una maleta, lo abrió y sacó de él seis mascaras de porcelana. Había mascaras doradas, plateadas y blancas.
-Las máscaras son importantísimas. Con ellas puestas los hombres del gobierno mexicano no podrán distinguirnos de ninguna manera.-dijo Arthur.
-Recordad el plan, vamos por detrás de la basílica, subimos y entramos por el campanario.
Giovanni sacó de un de las maletas varias pistolas y cada uno se gurdo una debajo del disfraz.
-Yo me adelantaré.Os estaré esperando con las cuerdas para poder subir-dijo Arthur.
Al bajar a la calle la pudieroncomprobar porqué los carnavales de Venecia eran tan aclamados. Aun no celebrándose de manera oficial, las calles estaban a rebosar de gente, muchos de ellos con elegantes vestidos y máscaras que ocultaban sus rasgos a los demás. En el ambiente se apreciaba una sensación de misterio, algo casi mágico. El grupo se dirigió a la plaza de San Marcos intentando no hacer nada fuera de lo común para pasar desapercibidos.
La plaza rebosaba gente, música y colorido y se podían ver máscaras de misteriosa expresión por cualquier lugar.
-Bueno hemos venido a trabajarasí que manos a la obra-dijo Giovanni-recordad, los hombres que han enviado a por nosotros no se van a cortar ni un pelo y si hace falta matarnos, lo harán. Así que si tenéis que usar las pistolas no lo dudéis ni un momento.
-Me he asegurado y por la parte de detrás sí que podremos subir al tejado y de ahí directos al campanario. Cuando obtengamos las coordenadas nos reuniremos en la puerta justo debajo del león de San Marcos.
Fueron caminando tranquilamente hasta la parte de atrás. Arthur les estaba esperando con las cuerdas escondidas en un rincón.
-Bueno subiré yo primero porque sino os será mucho más complicado
subir-dijo James.
Se quitó el disfraz, se colgó una cuerda del hombro y comenzó a trepar por la fachada de la catedral. Era un trabajo que había hecho muchas veces y la fachada tenía muchos salientes que le facilitaban bastante la tarea.
Cuando llegó al tejado clavó una estaca y ató la cuerda a ella. El siguiente en subir fue Giovanni, se ató la cuerda, y no tuvo problema. Le siguió Claire que le costó algo más pero también lo logró sin problemas. Karim, Arthur y Hao se encargarían de buscar por la parte baja de la catedral y de vigilar por si alguien intentaba sabotear la operación.
Giovanni y Claire descendieron por el campanario al interior de la Basílica para buscar las coordenadas por dentro. James se quedó fuera para inspeccionar las fachadas exteriores.
Estuvieron buscando durante más de hora y media pero no encontraron absolutamente nada.
De repente se oyeron unos disparos y la multitud comenzó a gritar aterrorizada. Giovanni y Claire subieron al tejado.
-James, ahí abajo no están las coordenadas. Tiene que haber otro lugar.
Se oyó otra serie de disparos.
-No se me ocurre nada…
De repente una imagen se le pasó por la cabeza: el león de San Marcos llevaba una Biblia abierta con algo escrito…
-¡Ahora vengo!
Salió corriendo hacia donde se encontraba el león. Cuando llegó al borde del tejado descendió un poco y luego caminó por encima de una estrecha barandilla. Cuando llego al centro de la fachada comenzó a escalar hasta que llegó donde se encontraba el león.
Los disparos se sucedían y la impotencia por no saber cómo se encontraba el resto del grupo le ponía aún más nervioso.
Trepó un poco más hasta que tuvo al dorado león ante sus ojos. Miró la Biblia que sostenía el león y comprobó que había una serie de números y letras que formaban una coordenada.
La memorizó todo lo rápido que pudo y volvió donde estaban Giovanni y Claire.
-Tengo la coordenada-dijo mientras recuperaba el aliento.
Giovanni y Claire se abrazaron y felicitaron a James. Apuntaron la coordenada en un papel y bajaron rápidamente.
Se encontraron a Karim sin el disfraz y sin la máscara. De repente apareció Hao corriendo y detrás de él un grupo de hombres que disparaban en su dirección. Giovanni disparó y mató a dos y Karim acabó con otro.
-¡Salgamos de aquí!-gritó Hao.
-¿Dónde está Arthur?-pregunto Claire.
Hao agachó la cabeza y no dio respuesta alguna.
-¿Dónde está Arthur?-volvió a preguntar Claire.
-Ha muerto. Le alcanzó un disparó. No pude salvarlo.
-¡Vámonos o moriremos también nosotros!-grito Giovanni.
Salieron corriendo para salir de la plaza. Aparecieron dos hombres más y James y Giovanni acabaron con ellos.
Cuando llegaron al hotel se aseguraron de que nadie les seguía y entraron.
Recogieron lo indispensable y se dirigieron con rapidez a las afueras de la ciudad. Allí tenían una furgoneta preparada para la huida. Subieron en ella y pusieron rumbo a San Vito, un pequeño pueblo no muy alejado de Venecia, en el cual debían llamar a Estados Unidos. Comunicarían el éxito de la misión y trasmitirían la coordenada para que le dijeran a qué lugar debían dirigirse.
Nadie hablo durante el viaje. La muerte de Arthur pesaba demasiado como para actuar con normalidad ya que él había sido el hombre que los había unido a todos.
Cuando llegaron a San Vito se alojaron en un pequeño hotel. Claire fue la encargada de realizar la llamada. Bajó a recepción para usar el teléfono. Estuvo casi una hora hablando, informando de lo sucedido y sobre todo de la muerte de Arthur. Finalmente les comunicó la coordenada.
-Ya he terminado. Me han dicho que nuestros perseguidores no conocen la localización de la siguiente coordenada, que podemos estar más tranquilos. Ah,¡nos vamos a México!
JAVIER HERNÁNDEZ

Llegaron a Ciudad de México tras dos días de viaje y pasar por diferentes escalas de vuelo. Tenían algo de miedo. La única cosa que les tranquilizaba un poco era que el gobierno mexicano no podía imaginar su siguiente destino y menos que fuera México.
El lugar al que debían ir concretamente eraTeotihuacán, la ciudad donde los hombres se convierten en dioses, un lugar de una majestuosidad incomparable donde se habían hallado restos de la civilización azteca.
Llegaron a Teotihuacán en furgoneta. Lo que vieron les maravillócompletamente.
Una enorme calzada se extendía a lo largo de cuatro kilómetros y en sus dos lados se erguían varias pirámides aztecas.
-¿Cuál es el punto exacto que marca la coordenada?-preguntó Hao.
- El templo de Quetzalcóatl-respondió James.
-Dios, creo que éste será el lugar más vigilado de México y nosotros tenemos que entrar ahí-ironizó Giovanni.
A la entrada a la derecha, se encontraba el templo de Quetzalcóatl. No era tan grande como las pirámides del fondo pero era imponente de igual manera.
Para sorpresa del grupo no había ni rastro de guardias en la zona. Solo un par de arqueólogos con sus campamentos. Hacía casi treinta años que se había descubierto el templo y los arqueólogos aun no sabían si podía contener algún misterio. Subieron las escaleras del templo y entraron en su interior. El musgo se había apoderado de cada rincón y mirando el estado del edificio se podría decir que la naturaleza parecía querer recobrar lo que antaño fue suyo.
Varias cabezas de piedra de serpiente emplumada salían de las paredes horizontalmente dándole un aspecto ancestral a la sala.
-Esas cabezas representan a Quetzalcóatl ¿no?-preguntó Karim.
-Exactamente. La coordenada debería estar por aquí.-dijo Claire.
-Pues, ¿a qué estamos esperando?-intervino Hao.
El grupo se puso a buscar alguna marca o pista que les dijera dónde encontrar la coordenada. Tras una media hora desesperante Hao se percató de que un trozo de musgo tapaba una marca en el suelo. Quitó el musgo y quedó al descubierto el dibujo de una de las cabezas de Quetzalcóatl tallada en la roca.
-¡Eh, aquí hay algo!
El resto del grupo se acercó donde se encontraba Hao.
-Tiene que estar en una de las cabezas de la pared-dijo James.
Comenzaron a inspeccionarlas a fondo y tras un cuarto de hora de búsqueda Claire encontró algo:
-En la boca de esta cabeza hay algo raro, es como un saliente.
Apretó el saliente que se hundió un poco como si hubiera activado algún mecanismo. De repente una pequeña parte de la pared se abrió dejando al descubierto la coordenada tallada en la roca.
-¿Cómo podían hacer esto los aztecas?-preguntó Giovanni.
-Dudo mucho que esto lo hayan hecho los aztecas, sino los guardianes de la máscara. Al igual que la coordenada en Venecia, dudo mucho que la inscripción se incluyera originalmente en la basílica.
Anotaron la coordenada en un papel y salieron al exterior. Al salir vieron que el templo estaba rodeado por soldados mexicanos que los apuntaban con sus escopetas.
-Bien, bien. Así que son ustedes los encargados de encontrar y robar la máscara que pertenece al estado de México-dijo un hombre que se adelantó al resto. Tenía una tez oscura, marrones y un pelo tan negro como el azabache.Parecía ser el general del grupo.
-Mi nombre es Javier Hernández y soy el general de las fuerzas armadas de mi país. La máscara que buscan es propiedad nuestro país y su descubrimiento convertirá a México en la nación más poderosa del planeta y a mí en un dios. Heredaré el poder de Quetzalcóatl en cuanto me digan la coordenada y vaya a buscar la máscara.
Los soldadosapresaron rápidamente al grupo. Hernández se acercó a Hao y le arrancó de las manos el pequeño papel donde habían apuntado la coordenada.
-Muchas gracias-dijo mientras se iba- ¡Mátenlos!
Mientras Hernández se montaba en el todoterreno donde le estaban esperando unos cuantos guardias, los otros se disponían a dispararles.
De repente Giovanni se soltó del guardia que lo sujetaba, le dio un puñetazo y le arrebató el arma. Mató a los guardias que los apuntaban, pero recibió una herida en el brazo. Karim también se soltó y asesto un puñetazo al estómago de otro guardia.Sacó la pistola y le dio un balazo a la pierna del guardia que sujetaba a Claire.
El grupo salió corriendo hacia uno de los todoterrenos que había allí.Los guardias comenzaron a disparar pero Giovanni piso el acelerador al máximo y los disparos no llegaron a su objetivo.
-¡Tenemos que interceptar a Hernández sea como sea!-exclamó James.
Giovanni no redujo el ritmo en ningún momento y al rato vieron el todoterreno de Hernández.
-Mirad esto-dijo Hao mientras sacaba varias escopetas de la parte trasera del vehículo.
Había otras dos escopetas que cogieron James y Karim.
Cuando se acercaron lo suficiente abrieron fuego contra el vehículo en el que iba Hernández. Estos al ver que eran disparados respondieron de igual manera. Una de las balas atravesó uno de los neumáticos del todoterreno en el cual se encontraba Hernández, haciendo que el conductor perdiera el control del vehículo y chocara contra una roca que había a un lado de la carretera. La persecución acabó ahí y pudieron escapar a Ciudad de México.
Cuando llegaron llamaron a Estados Unidos para informar del éxito y para que les trasmitieran el lugar al que debían ir gracias a las coordenadas.
-Chicos, el siguiente lugar es Bután, concretamente, el monasterio del nido del Tigre.

VIENTO

El vuelo a Bután fue desesperante. La avioneta en la que viajaban era lenta y si el viaje ya era largo y aburrido este hecho lo empeoraba aún más. Al ser un país pequeño la pista de aterrizaje de Bután era aún peor que algunas en las que habían estado. Timbu, su capital, era una pequeña ciudad en la cual se podía apreciar la extrema pobreza de sus habitantes.
-Estos lugares me deprimen-dijo Giovanni-tanta pobreza…
-A mí también pero no podemos hacer nada. Hemos venido aquí a completar una misión y tenemos que estar concentrados-le respondió Claire.
Llegaron al hotel y sin tiempo para descansar se pusieron la gruesa ropa de abrigo y preparándose para la escalada. Cogieron varias armas ya que seguro que no iban a ser los únicos que iban a subir al monasterio.
Nevaba. Las temperaturas habían descendido drásticamente y había comenzado a caer nieve mientras el grupo subía hacia el monasterio. A lo lejos se veían, con sus tejados rojos ya que las paredes, de color blanco, no se distinguían del resto del paisaje.
Llegaron al monasterio tras varias horas de ruta, acusando el cansancio acumulado tras varios días sin descansar.
-Recordadme que cuando encontremos la máscara me vaya de vacaciones a lasFiji-bromeó Giovanni.
El resto del grupo se rió y se pararon cuando llegaron a las puertas del monasterio. Éste se hallaba colgado de un precipicio de más de un kilómetro de altura. La vista era increíble pero el frío hacía que los integrantes del grupo no le prestaran mucha atención.
-Entremos por favor, creo que no voy a poder soportarlo más-dijo Karim.
-Sí, entremos-le apoyó James.
Entraron. Un monje budista salió a recibirlos. Sin dirigirles ni una sola palabra los acompañó a través de varias salas y les hizo sentarse en una. Estaba adornada ricamente con motivos dorados. Minutos más tarde apareció otro monje, un anciano. Les comenzó a hablar en perfecto inglés cosa que sorprendió al grupo.
-¿Puedo conocer el motivo de su visita?
-Hemos sido conducidos por una serie de indicadores hasta este lugar. Venimos buscando una pista o símbolo relacionado con un dios de una tierra muy lejana-contesto Claire.
-Con que buscáis la máscara de Quetzalcóatl ¿eh?
La respuesta tomó a Claire por sorpresa.
-Sí, pero nuestra razón es evitar que un gobierno se haga con ella para uso militar y político.
De repente sonaron unos sonidos en el exterior del templo. Eran disparos.
-Ya han llegado-dijo James-díganos donde tenemos que ir por favor.
El monje guardó silencio.
-¡No mostrarán piedad con nadie, ni con ustedes!
-Seguidme.
El monje los condujo a través del monasterio mientras los disparos no cesaban. Bajaron alas profundidades del templo y tras un tapiz encontraron una puerta oculta. Entraron en la sala contigua y encontraron una de las cabezas de Quetzalcóatl de piedra en el centro de la sala. El monje presionó los dos ojos de la estatua a la vez y con un gran estruendo se abrió el suelo mostrándoles una entrada secreta.
-Venga con nosotros o le matarán-dijo Giovanni.
-No, defenderé el monasterio como siempre se ha hecho. ¡Encontrad la máscara!
Bajaron a toda velocidad a través de la puerta mientras el monje iba al encuentro de los soldados mexicanos. Los disparos se volvieron a oír en el interior del templo pero el grupo no se detuvo.
Recorrían unos pasillos de húmeda roca gris. El intenso frío que hacía había aumentado considerablemente y las gotas de agua que caían del techo se congelaban al poco de caer al suelo provocando que resbalaran continuamente. Tras correr durante unos cuantos minutos y oír los gritos del general Hernández, llegaron a una galería abierta.Al fondo no había pared alguna sino el comienzo de un acantilado.
-¡Ahí esta!-gritó Karim-¡cojámosla y larguémonos!
En el centro de la sala encontraba la máscara, encima de un pedestal. La máscara era roja, con un largo pico y estaba adornada con multitud de detalles. Claire la cogió y se reunió con el resto del grupo.
-Suéltela.
Hernández acababa de entrar en la sala y unas diez escopetas les apuntaban.
-Baja las armas o la tiro por el precipicio-le amenazó la joven.
-Tírala y esta será vuestra tumba.
De repente Claire se puso la máscara. Una extraña aura comenzó a rodear el cuerpo de la joven que se elevó unos centímetros.
-¡Disparad!-chilló Hernández.
Los soldados, aun asustados por lo acontecido, abrieron fuego pero Claire desvió las balas con una ráfaga de viento que mandó hacia ellas.
Giovanni comenzó a disparar y el resto del grupo lo imitó. Llegaban más y más soldados y finalmente Claire mandó hacia los soldados una ola de viento helado que entró en la sala bajando la temperatura durante unos segundos. Murieron algunos soldados y otros quedaron inconscientes. Pero Hernández, que se había escondido durante el tiroteo se lanzó hacia Claire y al caer encima de ella la máscara se soltó y cayó por el precipicio. Hernández sin pensárselo dos veces se lanzó para atraparla y se precipitó hacia el vacío. Los soldados, al ver que su general se había lanzado al barranco dejaron las armas y abandonaron el lugar sin poder articular palabra, asustados y temblando.
Un silencio sepulcral invadió la sala hasta que unos minutos después fue roto por Giovanni:
-Madre mía, esto ha sido demasiado.
-Creo que lo mejor es que la máscara no vuelva a aparecer-dijo Karim.
-Sí, ha sido la mejor solución, aunque haya sido involuntaria-comento Hao.
-Bueno, vayámonos, no tenemos nada más que hacer aquí.
Una extraña sensación invadió a todos los miembros del grupo ya que no sabían cómo responder a lo acontecido momentos atrás.
Volvieron al interior del monasterio encontrándose varios cuerpos de inocentes monjes que habían defendido el lugar con su vida. Apareció de nuevo el joven monje que les había abierto la puerta del monasterio y les pidió con un inglés bastante bueno que les ayudaran a él y a los demás supervivientes a enterrar los cuerpos de sus compañeros y así lo hicieron.

RETORNO

Habían pasado dos meses de lo sucedido y James Hoffman había vuelto a su vida en Nueva York.
Su vida seguía como siempre salvo cuando le encargaban algún trabajillo. Su fama en el mundo de los hurtos había aumentado increíblemente tras los sucesos de la máscara.
Un día, después de comer se sentó en su sofá para disfrutar de la calidez del fuego y de una buena pipa. De repente entro Charles, su mayordomo.
-Señor, tiene una llamada en su despacho.
James fue hasta la habitación y cogió el auricular del teléfono.
-James Hoffman al habla.
-James- el hombre reconoció la voz de Claire-me han llamado del gobierno. La máscara ha reaparecido.

Jaime Segura Garrido