dilluns, 13 de juny del 2011

Despierta

-¡Leo despierta y baja a desayunar!

Otra vez igual, le he dicho mil veces que no me grite para bajar a desayunar, de verdad, ya no sé qué hacer.
-¡Ya voy mamá!

-Deprisa o llegarás tarde

-¡Si mamá!
Otra vez la misma historia de todos los días. Como no, allá voy de nuevo al baño, me lavo la cara y los dientes y… era de esperar me pongo una de las mil combinaciones de ropa que tengo en el armario. Bajo los trece escalones hasta la cocina y como siempre, a comerme mis Kellog’s con leche.

Otro día empezaba en la vida de Leo, pero tal y como se presentaba, iba camino de un día como cualquier otro siguiendo ese horario que colgaba en la pared de la cocina y que bien  indicaba todas aquellas actividades que tenía programadas durante los días de la semana. De 8:00 a 14:40 instituto, comida de 14:00 a 15:00, de 15:30 a 17:00 academia…
Pero por muy atareado que estuviera nuestro intrépido protagonista, como cualquier otro adolescente de 15 años, necesitaba tiempo libre. Tiempo para jugar, para reír, para descansar, para pasear y para hacer todas aquellas cosas que se suelen hacer, pero ahora bien, hay que decir que el joven Leo encontraba ese tiempo en un lugar en él que solo el era capaz de disfrutar, en sus sueños.
Y os preguntaréis, si solo tiene tiempo libre en sus sueños ¿será Leo un niño sin vida social, sin amigos, siempre con sus horarios? Pues no, Leo era uno de los niños más simpáticos de su instituto, por no hablar de lo popular que era entre la chicas de su curso, ni de la cantidad de amigos que tenía en el equipo de fútbol. 

 
Como veis, un niño completamente normal, ni siquiera su aspecto físico podía impedirlo. Era de los mas altos de su clase, pelo corto y castaño con algunos reflejos dorados, ojos oscuros y penetrantes, respecto a su nariz, respingona y simple, bajo la cual se situaban unos labios claros y pequeños, a lo que lo acompañaba un cuerpo atlético y sano, debido a la cantidad de actividades que realizaba, incluyendo los deportes.
Pero eso no es todo, había algo que destacaba en la personalidad de Leo, era un niño inquieto, siempre pensado en algo que hacer, se diría incluso que se disponía a cambiar el mundo, siempre tan interesado por la realidad y por los problemas que sucedían a su alrededor. Algo completamente normal en un adolescente que empieza a descubrir nuevos mundos, nuevas formas de ver la vida, nuevas formas de pensar. Esa es la razón por la que solo podía evadirse en sus sueños, ese lugar en el que podía despertar sus sentimientos libremente, sin ataduras ni horarios que pudieran condicionar su vida, ese lugar en el que podía pensar tranquilamente y en el que podía hacer que todo fuera perfecto simplemente con desearlo.

-Mamá, ¿por qué tengo que ir al colegio? Y no me digas que para poder conseguir un buen trabajo y así, ganar mucho dinero.
- Cariño, es tu obligación, mírame a mí o a tu padre, ya nos hubiera gustado tener las facilidades que tienes tú hoy en día para estudiar: academias, buenos libros, Internet… ya sabes que estamos en tiempos difíciles ¿cómo piensas ganarte la vida sin unos estudios mínimos? ¿no te gustaría estudiar una carrera?

- Si mamá, eso está muy bien pero, ¿acaso me han preguntado a mí si yo quiero hacer esto? Y si fuera el caso ¿hay otra alternativa a estudiar o trabajar para vivir feliz sin problemas?

- Hijo no digas tonterías, tú estudiarás lo que más te guste, e intentarás ser el mejor para poder tener una buena vida cuando seas mayor. ¿O es que acaso quieres pasar hambre en la calle?

-No mamá.

-Pues ya está, tema zanjado, y corre a inglés o llegarás tarde.

-Si mamá.

Pero todos sabemos que ese último sí,  no zanjaba el tema. Nuestro protagonista, ahora mas que nunca, se sentía indefenso ante el mundo, incapaz de expresar lo que sentía libremente, incapaz de ser libre. Mil cosas pasaban por su cabeza, pero solo una de ellas fue la mas convincente para que de camino a la academia se sentara en el banco de un parque dispuesto a no asistir a clase. Se sentía bien consigo mismo, por primera vez en su vida, sintió que podía ser libre aunque fuera por un momento, se sintió dueño de si mismo, hasta el momento en que recordó las palabras de su madre y los miles discursos que le habían echado sus padres sobre lo mucho que trabajaban para que el pudiera ser algo en un futuro, así que, presa del miedo y como siempre, siguiendo el rebaño que seguía día tras día, acabó acudiendo a la academia de inglés.

Esta vez Leo no prestó atención, hasta tres veces tuvo que llamarle la atención el profesor, aunque él seguía callado y evadido como nunca antes había estado. Bien es verdad que su intento por ir a contracorriente fue en vano, pero también es verdad que despertó un nuevo yo en su interior, que esperaba impaciente salir de aquella clase interminable e irse cuanto antes a la cama, único sitio en el que podría renacer una nueva persona, un nuevo Leo.

- No te levantes, eres tú el que decide qué hacer con tu vida y no tus padres.

- Pero y si se enteran, con lo que les cuesta pagarme la academia…

-¿Acaso te han preguntado si te gusta el inglés? ¿O te han preguntado si crees que es una buena idea aprenderlo?
-Pero ellos dicen que el inglés es fundamental para el futuro y, si lo dicen ellos será porque es verdad.

-Dime, ¿te preguntaron si te parecía bien apuntarte, o te apuntaron directamente?

-…

-¿No contestas? Bueno, si quieres ir, vete, yo me pienso quedar aquí, y si se enteran mejor, a ver si me escuchan de una vez por todas.

De nuevo se encontraba Leo en el banco en el que había estado sentado esa misma tarde, pero ahora había alguien junto a el, era exactamente igual que Leo y parecía que discutían sobre algo. De pronto se observo como uno de ellos, el cual parecía mas tímido que su copia se levantaba y se iba hasta pararse a unos 10 pasos del banco. Luego retrocedió y volvió a sentarse junto a su doble, de pronto ambos individuos empezaron a desvanecerse y a juntarse, de tal forma que finalmente solo quedó un Leo sentado en el banco, un Leo sonriente y pensativo.

De pronto sintió como se ahogaba, no podía respirar aunque tampoco sabía el porqué, sé imaginó dentro de una caja sin salida llena de agua y de repente abrió los ojos. La primera imagen que aparecía delante de su soñolienta cara fue la de su padre inmerso en una carcajada interminable debida a que él era el causante de que se hubiera quedado sin respiración. Era sábado y el reloj marcaba las diez de la mañana, la broma de su padre hizo que se le levantara una pizca mosqueado. Sus padres ya le habían dado instrucciones de que no llegarían hasta la hora de comer y de que aprovechara el tiempo estudiando para sus exámenes. Leo asentía a todo aquello que le decían sus padres mientras desayunaba tranquilamente viendo la televisión. Dejó el primer canal que hacían, estaban dando las noticias, manifestaciones por aquí, desacuerdos políticos por allá, hambre, miseria, muertes… Tales eran las malas noticias que le hicieron parar de comer, de pronto sintió como un escalofrío recorría todo su cuerpo dejando en él un sentimiento de lástima por lo que acababa de ver, sintió la necesidad de hacer algo al respecto, pero se sintió como una hormiga en un estadio de fútbol, insignificante, incapaz de hacer nada, sintió miedo.

Tras un buen rato observando la taza de leche, se levantó y se fue directo a su habitación, allí se organizo los libros de los cuales tenía que estudiar pero se volvió a quedar observándolos sin hacer nada pensando una y otra vez en sus cosas, en esas cuestiones que lo torturaban día sí día también. ¿Por qué tenía que estudiar?¿Por qué tenía que hacer exámenes?¿Quien decidió que la sociedad siguiera ese sistema?
De pronto, se acordó de un película que vio sobre samuráis hacia ya dos días:
-Los samuráis, que guerreros más hábiles y fuertes, ojala pudiera ser como ellos y ya le enseñaría yo a más de uno quien manda…

Pero no fueron las habilidades de los guerreros lo que le hicieron recapacitar.

-Si no recuerdo mal, en la película ningún niño iba a academias, ni se pasaba la mitad de su vida estudiando, no. Únicamente aprendían aquello que les era útil en sus vidas, al igual que el resto de personas solo se dedicaban a hacer lo necesario para vivir: unos trabajaban el campo, otros los animales, otros se dedicaban a coser. Sus actividades se basaban en hacer lo justo para poder vivir sin problemas y el resto del tiempo, lo dedicaban a entrenar con la espada, a meditar, a vivir libre y tranquilamente. Que bueno sería vivir en una sociedad como esa, sin preocupaciones, sin obligaciones.¿Realmente estoy pensando esto en serio? Tal y como está organizada esta sociedad es completamente imposible vivir de esa forma, es un sueño.

Como bien habréis podido observar, la forma de pensar de Leo no es la de un niño de 15 años, aunque sí que es verdad que alrededor de esas edades se empiezan a descubrir nuevas cosas. Nuestro protagonista iba mas allá en todas las cuestiones que se le planteaban, deseaba buscarle la lógica a todo lo que le rodeaba y, si encontraba algo que no la tenia, le daba mil vueltas hasta encontrar una solución convincente. Pero esta actitud no surgió de forma espontánea, su origen proviene de un persona que desde hacia menos de un mes se había convertido en alguien muy importante para Leo. Esa persona se llamaba Juan, un amigo de sus padres desde la infancia, que fue el quien hace unas tres semanas tuvo que encargarse de Leo todo un fin de semana, ya que sus padres no tenían otra persona a la que asistir. Juan era una persona muy liberal, en nuestra sociedad lo clasificarían de hippie. Siempre de manifestación en manifestación, defendiendo los derechos de las personas y los suyos, y siempre tan pacífico y respetuoso con la gente.
Fue durante su estancia en casa de Juan, cuando Leo pudo observar una forma de vida totalmente diferente a lo que conocía, al principio le atraía ver como se podía vivir tan libre y tranquilamente, siempre ayudando a intentar mejorar el mundo, pero cuando Juan le preguntó si quería asistir con él a una manifestación, fue cuando realmente descubrió que le apasionaba esa forma de vida.

 -Es increíble, nunca me había sentido tan libre. Nunca pensé que asistiría a     una manifestación por la explotación infantil en países subdesarrollados, es mas, ni siquiera me interesaba, pero una vez allí y, después de que Juan me explicara el motivo de la revuelta, me he sentido uno mas entre toda la gente que allí había y me he sentido capaz de mejorar la vida de esos niños. Nos ha echado la policía, pero aun así lo que hemos hecho servirá, para que mas gente abra los ojos y quien sabe si en un futuro nuestra voz tendrá mas fuerza.

A partir de ese fin de semana nada volvió a ser igual, sus padres lo sabían, pero no le daban importancia mientras siguiera cumpliendo con sus obligaciones. En cambio el joven Leo, si antes ya era un niño inquieto y preocupado por la realidad, ahora lo era mucho mas. Prueba de ello era la cantidad de tiempo libre que buscaba para hablar con Juan o para acompañarle a algunas manifestaciones. Aunque como ya hemos visto esta nueva visión del mundo le estaba haciendo plantearse millones de cuestiones que, incluso, muchas veces le presionaban para ir a contracorriente.
Sus sueños tampoco habían vuelto a ser los mismos de siempre, pasó de soñar en mundos fantásticos y únicos, que le permitían evadirse del mundo, a soñar en la realidad, en la forma de ayudar a los que lo necesitan, en la forma de librarse de tantas obligaciones y de buscar su propia felicidad.

 Volvamos de nuevo a la historia de Leo. De nuevo en su habitación, y después de haber estado un buen rato evadido en el mundo de los samuráis, leo volvió en si. Seguía desconcertado, no conseguía la forma de ponerse a estudiar y cada vez que lo intentaba su imaginación empezaba a volar impidiendo que no consiguiera leer mas de tres frases con su mente pendiente de ello. Tras un buen rato de intentos fallidos, decidió dejarlo estar y empezar a buscar información para un trabajo que tenía que hacer. De nuevo le sucedió lo mismo, empezó a ponerse nervioso y sintió que le iba a resultar imposible hacer sus obligaciones. ¿obligaciones? A caso era una obligación para Leo hacer trabajos y exámenes. Preguntas como estas se le planteaban una y otra vez hasta que, finalmente, decidió no hacer nada y dejar trabajar a su imaginación.

Tras esta decisión, pensó en algo que siempre había querido hacer: meditación. La meditación, muy relacionada también con la cultura oriental, siempre le había sorprendido. El hecho de poder relajarse, dejar la mente en blanco y evadirse de la realidad, era algo que le interesaba mucho, ya que como era habitual en el, solía evadirse en sus sueños con el inconveniente en muchas ocasiones de que no recordaba aquello que soñaba. De esta forma, podría ser consciente en todo momento de aquello que su mente le hacía vivir.
Sin perder un solo instante, Leo buscó música relajante, apagó las luces de su cuarto y encendió una varilla de incienso. Imitando la postura de meditación se situó encima de su cama y cerró los ojos. Al principio le costó dejar libre su mente, pero pronto empezó a sentir como se alejaba mas y mas de la realidad. De pronto, se vio cabalgando a lomos de un corcel a través de inmensos mares de verdes llanuras bañadas por el sol. El cielo, mayor de lo imaginable, de un color cian perfecto, se extendía de un horizonte a otro. A lomos del bravo animal, sentía todo lo que sucedía a su alrededor, desde la brizna de viendo que golpeaba su cara hasta los rayos de sol que acariciaban su piel. Se sentía verdaderamente libre, cabalgaba libre, sin ataduras, sin un rumbo, sin ninguna preocupación, se sentía feliz.

Tan pronto como la imagen desapareció de su mente, empezó a abrir los ojos, reconoció la mesa de su escritorio, se sentía relajado, evadido de todo las preocupaciones que tenía, se incorporó y de forma tranquila abrió el libro de literatura y empezó a estudiar.

Esa misma noche, llegada ya la hora de acostarse, Leo se quedó dentro de su cama mirando al techo. Las luces estaban apagadas, sus padres hacía ya un buen rato que dormían y él, inquieto, se mostraba bastante desconcertado:

 -¿cuál es my objetivo en esta vida?¿intentar mejorar el mundo?¿buscar la felicidad?¿conseguiré ser libre?¿qué sentido tiene estar vivo? Sé que hay algo en este mundo que no funciona como debería, pero no puedo aguantar la sensación de estar aquí sin hacer nada.  La mayoría de gente dice que es imposible cambiar el mundo pero, ¡¿por qué?!, simplemente con una persona que crea que algo es posible ya es suficiente para creer en ello. Solo necesitamos esa persona que consiga hacer ver a la gente que es posible un mundo de paz, sin guerras, sin hambre, sin corrupción, un mundo libre. Quizá esa sea mi meta, quizá no. Pero en tal caso, si mi meta fuera luchar por la libertad, estaría dispuesto a hacer todo lo posible por conseguirla, por que tal y como dijo Macbeth: ¨ Me atrevo a hacer de todo cuanto es propio de un hombre, quien se atreve a más no lo es ¨

Ahora Leo se encontraba en un sitio totalmente desconocido, no se veía nada y tan solo se podía escuchar una voz grave:

 -Amigos, nos reunimos hoy aquí para conmemorar la historia de nuestro querido amigo Leo. Como todos sabemos, nuestro valiente amigo no tuvo una vida fácil, empezó estudiando una carrera sobre medicina pero pronto descubrió que no era aquello que deseaba hacer, más tarde de convirtió en un chef magnifico, durante esta etapa de su vida fue feliz trabajando en aquello que realmente le apasionaba. Pero como todos sabemos, Leo no soportaba la idea de un mundo injusto y sin libertad, así que decidió escoger un camino muy distinto a los que había seguido anteriormente. Se atrevió a hacer lo que nadie se había atrevido nunca, se indignó y empezó a luchar por una sociedad justa, sin abusos, sin corrupción. Su forma de pensar arrastró a mucha gente que decidió seguir sus pasos y al igual que el, despertar de su monotonía diaria. Sus luchas constantes se basaron en la defensa de los derechos de las personas, de la justicia, de la paz y, por encima de todo, de la libertad.
Pero no todo el mundo apoyaba a este defensor de la justicia. Por desgracia habían personas, cuya única ambición era el poder y el dinero, que querían verle muerto. Causa de ello no olvidaremos nunca el 3 de Febrero, día en el que fue asesinado durante una rueda de prensa a favor de la paz. Aunque tal y como diría Leo: ¨ puede ser que nos quiten la vida, pero hay algo que no nos podrán quitar nunca, la libertad ¨
Ahora, gracias a este gran hombre somos fuertes, y juntos lucharemos por un mundo libre, y veremos cumplido su sueño de una vez por todas.

Tras un silencio abrumador se escuchó una voz de fondo bastante familiar:

-¡Leo despierta y baja a desayunar!

Joaquín Brotons