dilluns, 6 de juny del 2011

La vida de Wendy: 2ª parte



Capítulo 6
Abel pasó la noche en vela, le dolía demasiado la herida para conciliar el sueño pensaba en ella, en su belleza, no se le iba de la cabeza y se dio cuenta de que algo había cambiado y que nada volvería a ser igual. Sintió una sensación que nunca antes había sentido. Abel había conocido por primera vez el poder del amor.
A la mañana siguiente consiguió dormir un poco pero alguien le despertó.
-¡Buenos días bello durmiente! ¿Cómo te encuentras?
-¿Qué me has llamado?
-Da igual déjalo. Dijo hablando entre risas.
-Algo mejor. Wendy gracias por cuidarme.
-No hay de qué, es lo que me gusta, estoy estudiando medicina, ¿sabes?
Abel y Wendy comenzaron a hablar de cómo les había ido el día a cada uno y de lo que les había sucedido.
-Qué suerte que me haya encontrado con alguien como tú.
- ¡Tampoco tanta siendo la hija de Harry quien sabe igual te he delatado y vienen a por ti! Jajaja
- No harás eso nunca.
-¿Y tú cómo lo sabes?
-Porque dentro de poco estarás tan enamorada de mí que no serías capaz de hacer eso.
Ella se quedó en estado de “shock” al oír esto, pero le gustaba y le siguió el juego.
- Eres bobo.




-¡Puedo ser lo que tú quieras que sea!
-Eres bobo.
- ¿Por qué?
-Jajaja ves porque eres bobo.
-Wendy.
-¿Qué? Dijo ella.
-Muchísimas gracias, sin ti estaría muerto.
-Quien sabe… quizá habrías encontrado a otra rubia.
-Puede, pero tan guapa como tú lo dudo.
-Bueno yo tengo que irme Abel. Hasta mañana a la misma hora.
-Hasta mañana.
Durante los dos meses siguientes Wendy iba todas y cada una de las mañanas a verle. Reían y se hacían bromas, algo les hacía que se sintieran muy bien juntos, a Wendy cada día le costaba más irse y Abel se sentía más solo cuando se iba. La chica empezó a sentir unas cosquillas en el estómago. Esas cosquillas parecía que fueran de amor; y entonces ahora estaban los dos en igualdad: él le gustaba a ella y ella le gustaba a él.
Una mañana mientras hablaban:
-Wendy.
-¿Qué ocurre?
- Pues que, a ver cómo te lo explico yo…
-¿Sucede algo malo?




-No, no para nada.
-¿Y por qué no me lo quieres contar, Abel?
- Está bien, te lo diré… Me, me, meeee gustas. Dijo Abel tartamudeando.
- No digas bobadas.
-No es ninguna bobada Wendy cada día tengo más ganas de que vengas, la verdad ahora mismo ya tengo ganas de que sea mañana para que vuelvas a despertarme.
- Jajaja. Abel yo soy alemana y tú judío, ¿no crees que es un poco imposible?
- ¡Qué  más da! Wendy te quiero, y quiero que nos fuguemos juntos.
En ese momento antes de que Wendy pudiera apartarse la besó, un beso profundo, un beso en el que se funden los dos en uno, un beso de amor.

  Capítulo 7
El día siguiente, a primera hora, Wendy se levantó como todos los días y fue a ver a Abel. Ya no quería ir a la universidad, ya no quería hacer otra cosa que no fuera ver a su amado Abel. Ella tenía que contarle una cosa muy importante, había tomado una de las decisiones más importantes de su vida.
Cuando llegó a la casa de madera donde estaba viviendo temporalmente Abel, lo primero que hizo fue darle un beso que difícilmente olvidaría. Wendy le dijo a Abel que quería que se fueran a vivir muy lejos, lejos de ese mundo de sangre y muertes para ser felices durante el resto de su vida. Abel se sorprendió ante la contundente respuesta de su amada,  pero le pareció perfecta, arriesgada pero perfecta. Wendy solo le puso una condición para huir de allí: que fuera él quien ideara el ingenioso plan de escape; y el judío aceptó la condición. Le dijo que la huida tenía que llevarse a cabo por la noche para que fuera más difícil que los nazis se percataran de su presencia.




  Capítulo 8
Esta vez, la chica Alemana, fue a visitarle por la noche. Esta era la noche la cual tenían que realizar la huida de aquel macabro lugar. Cuando salieron de la casa lo primero que hizo Wendy fue encender una linterna que había traído del campo de concentración.
-¿Qué demonios haces? ¡Apaga eso ya! Le ordenó Abel. No te das cuenta de que si enciendes la linterna nos van a ver. Si ya lo decía mi padre, todos los alemanes sois iguales de bobos. Dijo en tono irónico.
-Lo siento Abel, no era esa mi intención.
-Tranquila, no pasa nada pero no lo vuelvas a hacer.
Siguieron un camino en dirección oeste. Tenían pensado ir a Hanover, ya que Abel tenía  a unos tíos suyos en aquella ciudad germana.
Pronto se encontraron ante el primer obstáculo de su particular viaje: era una de las montañas más altas de toda Alemania y tenían que subir por su ladera; ya que si la bordeaban podían caer en manos de los nazis, y no sería una buena idea. Cuando empezaron a subir la montaña y sin poder encender la linterna por precaución oyeron ruido seco.
-¿Qué es eso?
-Es un disparo Wendy, creo que nos han visto.
Los dos treparon la montaña lo más rápido posible y de pronto un grito desgarrador. Era de Abel. Un disparo le había alcanzado en la pierna derecha, y este cayo al suelo. Wendy fue a ver qué le había sucedido.
-¡Sigue Wendy no me esperes, no puedo seguir, estoy perdiendo mucha sangre!
-No Abel, no puedo hacer eso. Dijo Wendy llorando.
-Te lo exijo Wendy, ¡vete! Es mejor que torturen a uno que no a dos.




Wendy pensó en las palabras que acababa de escuchar y Abel tenía razón. Le dio un beso, le dijo que le quería y se marchó corriendo.

  Capítulo 9
Era primera hora de la mañana y ya había amanecido. Wendy llegó a una estación de tren y sin que nadie la viera se sentó en un asiento que había libre. Lo único que tenía ahora en mente era escapar de aquel lugar y no ver nunca más a Harry. Ella misma se avergonzaba del padre que tenía.
Wendy en medio de su aburrimiento (llevaba 14 horas de viaje y no sabía cual era el destino de aquel tren), encontró un periódico de ese mismo día. Hojeándolo, vio una noticia que tenía por título: “LA HIJA DEL KAISER DESPARECIDA”. La noticia decía lo siguiente:
“La hija del Kaiser Harry no aparece por ningún lado y media Alemania está en su busca. Las autoridades germanas piensan que se fugó del Campo de Sachsenhausen con un judío que intentó fugarse al que han ejecutado esta misma noche.”
Cuando Wendy leyó esto, le cayeron lágrimas de los ojos. Su amado había sido asesinado. Abrió la ventanilla del tren y intento el suicidio tirándose. El tren paró en seco. Wendy estaba en coma y todavía respiraba. Los operarios de la estación la llevaron al hospital y pudieron salvarla. Como ella dio un nombre falso, nadie sospechó que ella podía ser la hija del Kaiser, a la que todos estaban buscando. La dejaron marchar y cogió otro tren rumbo a Francia. De París fue bajando hacia España. En 3 días estaba en Barcelona. Era territorio español y aquí ya nadie la buscaba. Estaba en un lugar seguro.







  Capítulo 10
En Barcelona conoció a un hombre llamado Rafael. Al año siguiente Wendy y Rafael se casaron y medio año más tarde, tuvieron una hija llamada Andrea. Una década más tarde tuvieron que irse a vivir a la capital, Madrid, por cuestiones de trabajo de su padre. Se adaptaron muy bien a la nueva ciudad y todavía están viviendo en la actualidad.

  Capítulo 11
-Y esta es mi historia, Katina.
-¡”Hala” abuela, qué vida más aventurada has tenido!
-Pues si cariño. Quizá no haya sido la vida que me habría gustado vivir, pero es la que me ha tocado.
Suena el timbre.
-Ese debe ser mi padre. Un beso abuela.
-Adiós cariño, hasta mañana. Por cierto, no le cuentes nada de esto a tu madre Andrea, por favor.
-Tranquila abuela, no lo haré. Hasta mañana.