Vuelvo a casa un día cualquiera
después de terminar la universidad. Como, hago los deberes, me pongo el pijama.
Leo. Me duermo. Sueño cosas preciosas, cosas preciosas que nunca ocurrirán en
la vida real. Me gustaría.
Me vuelvo a dormir. Esta vez, está
todo oscuro, no sueño nada…
Me despierto con una agradable
sensación, me quedo en la cama tumbada, intentando recordar esos sueños. Pero,
me resulta imposible ya que me olvido cuando entra Droplet. Mi border collie;
es preciosa, su color blanco avainillado, con pequeñas manchitas marrones. Una
de ellas, con forma de gota - que de ahí viene su nombre - está alrededor de su
pardo ojo izquierdo.
-¿Cómo está
mi chica?, venga -le digo-, seguro que
tienes las mismas ganas de almorzar que yo - mientras,
la acaricio lentamente pensando qué preparar -.Vamos.
Entre
tanto, doy de comer a mi peluda compañera de piso, le pongo en el bol su
desayuno y voy directamente a hacerme el mío. Por supuesto, me he lavado las
manos antes.
Normalmente,
me apetecería un tazón de leche con cereales. Hoy no. Creo que me voy a hacer
un zumo de naranja. Y tostadas; para variar un poco de vez en cuando.
Mientras
como, enciendo la televisión para ver las noticias. Normalmente no tengo mucho
interés por ellas, pero me llama la
atención que anuncien mi barrio. La
chica que lo anuncia, va vestida muy extraña, extravagante y
singularmente: un vestido morado, con
adornos amarillos y verdes. Zapatos naranjas y unas pulseras azules; no se
quién la ha vestido, pero no estoy muy de acuerdo.
-Ha habido cuatro atracos en una
semana, dos de ellos en la calle 42. Falleció con heridas muy graves un
dependiente - me doy cuenta de que está hablando cuando acaba de dar la
noticia. Estaba ensimismada y no es que me haya enterado de mucho, y decido buscar
esa noticia por Internet.- que intentaba proteger sus ganancias. La familia
está muy afectada - apago la tele, no me entretengo más.
Cuando acabo, limpio los platos
sucios y me dirijo hacia mi habitación. Allí me visto, hago la cama y salgo al
baño a peinarme. Como hace un buen día, decido salir a pasear con Droplet.
Nada más salir, nos encontramos con
un perro que me resulta muy familiar.
-¡Bonito,
vuelve aquí, no quiero que te pierdas!
-Shh, Droplet, solo es un perro, no
le ladres.
-Bonito… - ella me ve, está alta,
pero su cara sigue igual. Me mira con una cara extraña, será que tengo la cara
desencajada de la ilusión. ¡Hace tanto tiempo que no la veía! - ¡Light!,
¡Light!
-¿Lucy?, ¡Lucy! - exclamo -, que alta estás - mientras lo
digo, voy pegando saltitos de la emoción -, ¿tú también vives aquí?
-Oh, venga Light, solo han pasado dos
añitos de nada, seguro que no ha sido para tanto.
-Aix, tan singular como siempre; pues
sí, te he añorado.
-¿Seguro?
-Sí, incluso he llorado por tu
desaparición. No, en realidad he estado fuera. Ya hace un mes que vivo
aquí ¿Y
tú?
-Yo hace seis meses que me instalé aquí.
Surgió trabajo, y vine. Actualmente, el trabajo que tengo es desde casa.
-Pero si trabajas con tu ordenador en
casa, ¿por qué te mudaste?
-Por necesidad. Por necesidad y por
dinero. Pero bueno, ¿tu estás bien?
-Sí - contesto sin más. En realidad,
no me va tan bien. Tengo la familia al otro lado del continente. Espero ir a
visitarla pronto-.
-Yo tam0bién. Es
lo que cuenta.
Y bueno, yo
me despido. - Parece intranquila,
no sé, tiene
la mirada como…
perdida - ¡Hasta luego!
-¡Adiós, disfruta
del día! - No
me voy tranquila,
pero el día
mejora a cada
hora que pasa-,
vamos Droplet, continuemos.
Luego, todos
los días eran
así. Levantarse, desayunar,
vestirse, asearse, ir
a clase, estudiar,
volver de clase,
comer, pasear a
Droplet, etc. Hasta
la navidad. Siempre
se oían disparos
por las noches,
por suerte solo
eran bolitas de
plástico.
En la
universidad, propusieron hacer
un viaje de
fin de curso.
Cuando volvimos,
había policías por
todas partes, y
sus coches no
nos dejaban pasar,
así que nuestro
profesor bajó del
autobús para saber
que pasaba y
para pedir a
los agentes dejarnos
pasar. Su conversación
empezó muy educada
y muy formal,
un compañero del
policía, se acercó
y susurró algo
a la oreja
a su amigo.
Este, inmediatamente, pegó
una bofetada a
nuestro profesor y
le puso las
esposas. Estábamos asustados.
No sabíamos lo que pasaba.
-No salgan
de sus casas,
si lo hacen,
están muertos. No
comprendemos qué está
pasando, solo sabemos que es algo muy malo, hay personas con capuchas y
pasamontañas negros. Llevan armas - Recuerdo esa noticia como mi propio nombre,
no hace mucho que la he escuchado. No sé dónde estoy. En mi casa, está claro
que no -. Mucho cuidado.
Alguien
me lame la cara y yo me tengo que apartar porque me molesta. Al sacar el brazo
de la manta, noto pelo.
-¡Droplet! -Mi peluda amiga, me
vuelve a mojar la mejilla con su baba. -, ¿qué ha pasado,?, ¿dónde estamos?
Al levantar la vista, veo un montón
de cuerpos tirados por el suelo - igual que yo - son mis compañeros. Empiezo a
oír susurros, estamos atrapados. Alguien nos debía de haber llevado hasta allí
sin esfuerzo. El autobús. Caigo enseguida en lo que ha pasado. Esos policías
nos buscaban. Nos querían para algo.
-Chicos y chicas, estáis aquí, y
estáis asustados, lo sabemos - de fondo se oye a alguien que pregunta qué
significa <<sabemos>>. ¿Es que hay alguien más? - y por eso he venido a explicaros qué pasa.
Me pregunto por qué tengo conmigo a
Droplet. Yo me la dejé a salvo, en casa. ¿Habrán localizado mi hogar? Seguro.
No la tendría aquí si no fuera por eso. Pero no lo entiendo. ¿Porqué me la han
traído?
Dos días más tarde estoy en una
habitación del hospital. Droplet está en la camilla contigua. Me levanto, la
cojo y salimos a la calle. Voy dando tumbos hasta llegar a mi casa. Una vez
allí, rebusco entre cajones y miro si falta algo. Entonces, alguien entra por
la puerta. Lucy.
-¿Cómo has entrado?
-Te has dejado la puerta abierta -
contesta mientras la cierra. No me había dado ni cuenta -. ¿Qué está pasando?
Yo no la oí, iba a la mía, buscando y
recopilando previsiones, ropa, comida, la comida de Droplet y por si acaso, mi
teléfono. Me dirijo hacia la entrada cuando Lucy me asió por el brazo.
-Light,
Light, tranquilízate, ¿vale?, respira. A ver, cuéntame
exactamente qué te ha pasado. Te he visto por la calle caminando en un
vaivén hasta tu casa.
-Suéltame.
-No. No hasta que me cuentes lo que
ha pasado.
-Vale, vale, uf, es una larga
historia. De acuerdo, a ver - intento relajarme, pero no puedo, no puedo. Porque sé lo que está pasando.-, nos fuimos
de excursión de fin de curso de la universidad. Cuando volvimos unos policías
no nos dejaban pasar, así que nuestro profesor, salió del autobús para pedirles
que se apartaran. Uno de ellos, dijo algo al que hablaba con nuestro profesor.
Luego arrestaron a nuestro tutor y de
repente nos encontrábamos en una especie de fábrica, todos en el suelo -
Lucy me miraba atentamente, esperando a que le contara la siguiente escena
- luego oí como una noticia que no
paraba de sonar en mi cabeza. Decía que no teníamos que salir de nuestras
casas, que si salíamos, estaríamos muertos. Había hombres vestidos con
pasamontañas y, y… y capuchas de color negro. También dijo algo de que también
tenían armas. Armas de fuego. Yo estaba muy asustada, mareada e indefensa -
ahora en la cara simpática de mi prima, se plasmaba la incredulidad, no se lo
creía -
Ahora, ¿me sueltas?
Ella me suelta y se sienta al borde
de un sillón rojo chillón, con dos cojines blancos con encaje dorado.
-De
acuerdo - se limita a decir. Se levanta, da tres vueltas a la habitación y se
vuelve a sentar.
Estamos
en mi comedor. Tiene unos colores pastel muy bonitos. Verdes, rosas, morados…
con ventanales tapados por cortinas blancas casi transparentes. Por ellos,
entran los rayos del sol intensamente. Tengo un sofá rococó de un color blanco
brillante. En una esquina, hay un diván color crema, esperando a que alguien se
siente encima. Mi prima pasa de ese sillón color rojo chillón que parece desencajar
en esta habitación, a uno orejero. Tiene detalles marrones bordeando sus
formas. Las patas son del mismo color. En el centro de la habitación, hay una
mesa minimalista, blanca, como casi todo lo demás. Estamos esperando a nuestros
amigos, les hemos llamado para pedirles ayuda. Seguramente estarán de camino.
Mientras, encendemos la televisión y ponemos las notícias, ahora mismo están
haciendo anuncios, por lo tanto, no sabemos si han descubierto algo de lo que
ha pasado.
-Están aquí -dice mi prima-, ahora
vengo.
-¿Cómo lo sabes? - pregunto.
-Me han mandado un mensaje.
-Ah - en ese momento, suena el timbre
- pues bueno, ves.
Se
oyen voces en el pasillo, entonces entran con mi prima. Drumplet, que estaba a
mi piernas, ha ido a saludarles.
-¡Hola Light!, ¿nos necesitabas? -
dice Charles, es un tipo alto, con ojos marrones, pelo rubio y rizado.
-Os necesito - Le corrijo.
-Mmm…- vacila - de acuerdo, dinos que
quieres que hagamos y, bueno, lo hacemos.
-No, no se trata de… hacer y...y ya
está - me explico. En realidad, no tengo todavía claro que vamos a hacer -. A
ver, de momento, nos vamos a quedar en casa. No sabemos que está pasando, por
eso hemos puesto las notícias, para averiguar algo, pero, por lo visto, un
anuncio de crema para reducir arruguitas no creo que nos ayude. Podemos
quedarnos, si hace falta, aquí a dormir. Hay tres habitaciones, somos seis:
Jack, Eric, Charles, vosotros dormís en la habitación que da a la izquierda
después de este pasillo. Bea, Lucy y yo, dormiremos en mi habitación; allí
tengo un sofá-cama. Bueno, ahora podéis hacer lo que queráis hasta que
anochezca.
Al
día siguiente, decidimos salir hacia la carretera.
-Por cierto, ¿dónde tienes pensado
ir?
-Ummm -Creo que no se que decir, así
que hago que me diga sitios al azar y yo poder decidir donde ir- Adivinalo.
-No se… ummm… ¿A la cafetería Coofee
& Cookies? -de acuerdo, vayamos allí. Es un sitio relajado y apartado de la
ciudad. Justo donde necesitamos.
-¡Exactamente! Que rápido has sido
-disimulo-, ¡como un rayo!
-Ya lo se, es talento natural -se
burla Eric.
-Basta ya de tonterías -Jack se asoma
por detrás de los últimos asientos del coche de Bea-, tenemos trabajo. Además,
ya tenemos bastante con el tráfico...
-De acuerdo -decimos todos al
unísono. Eso desata unas carcajadas y risotadas que resuenan por todo el
vehículo.
-Esperad, esperad, esperad - dice
Lucy repetidamente, parece alterada- Bea, para el coche.
-De acu… ¿Pero qué?
Hay
un accidente a por lo menos a treinta metros de nosotros, así que nos acercamos
lentamente. Dejamos el coche cuando estamos a quince metros y bajamos.
-Por favor apartaos- un agente nos
corta el paso. Ya no me fío de estas personas. Ya no desde que le pegaron a
nuestro profesor y nos encerraron en aquella fábrica sucia. Desde ahí, todo se
volvió extraño, e inentendible.-, esta es una zona restringida.
-De acuerdo, pero dinos que pasa -le
pregunta Charles al policía.
-Ha habido un accidente, ¿no lo ves?
Por el rabillo del ojo, vi una mujer
de pelo rubio, y se parecía a ella… Una
lagrima se escapó de mis ojos. Le reconocí.