Cuando
llueves por fuera
y
te quemas por dentro
tener
los pies en la tierra
es
tan solo otra manera de ahogarte
Cuando
la peor pena de muerte
es
morirse de la pena.
las
cadenas y condenas
están
hechas de malas decisiones
Cuando
no hay fin
que
justifique tus miedos
la
pequeña gran diferencia
entre
que te pase y te pese algo
es
que, a lo mejor, esa presión en el pecho
no
es tristeza,
sino
tu niño interior
pidiendo
salir para darte un abrazo
en
esos días grises
de
humo atrapado,
condensado
en el techo,
en
el pecho,
en
el estrecho trecho
entre
cabeza, corazón y ese último cigarro
que
te hace comprender
que
no hace falta ser de cristal para quebrarse.
ni
de madera para quemarse.
que,
al final, resultamos ser todos lo mismo:
Pedazos
y cenizas.
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